lunes, 20 de abril de 2009

DESARROLLO DE UN HECHO TEATRAL



OBJETO DEL PROYECTO

Los antiguos se identificaban con su teatro porque lo sentían parte de su cosmovisión, de su universo mitológico y antropológico. El hombre actual no hace historia, motivo por el que dificilmente se siente representado en un escenario, ni los actores identificados con el público. Para que esto suceda hay que rehacer el camino que lleve a todos a recuperar el lugar perdido. Piscator, Brecht o Eisenstein rescataron la épica popular subiendo la calle al escenario para que el espectáculo volviera a funcionar como revulsivo de la realidad, y con ello afrontar el conflicto humano. Juan Dolores Caballero, creador de esta obra, trabaja en el arduo empeño de desgranar el conflicto humano que ha recibido en herencia, para encontrar al hombre. Pero esta tarea no es fácil, cómoda ni al uso. Con una mínima identificación épico-cultural sería posible asumir la biografía de los espectadores y llevarles a una causa común, expiación o salvación personal (catarsis), y cuando aparecen nexos biográficos también es posible arrastrar hasta sus conciencias ilusiones con las que nutrir su historia. Mas ¿qué hacer cuando fallan ambas vías de penetración?
La sociedad posee un departamento especial donde acopia a los ciudadanos descontextualizados. En sus estanterías se apilan personajes de toda condición debidamente clasificados por causas varias (descartados o auto-descartados) o simples seres sin causa (rebeldes), afectos a patologías psicológicas (diferentes), sociológicas (marginados), ideológicas (traidores), morales (perversos), infieles (herejes), no reciclables (inútiles), cuneros, ilegales, sin techo, apátridas, y un largo etc. donde se hacen y rehacen otras valoraciones del momento. Puesto que la suma de descartados excede por abrumadora mayoría a los que van en la partida, constituye un problema de perversa magnitud establecer canales de entendimiento entre partes que alguien ha tirado, o ellos se arrojaron a la cuneta. El meollo de este asunto excede muy de largo las posibilidades de la expresión lingüística, quedando al alcance solo de aquellos afortunados a los que la naturaleza ha dotado de recursos extra-lingüísticos, tales como músicos, poetas y faranduleros. Ellos encienden la linterna mágica que alumbra los sueños de todos los que sueñan:

Yo voy en ese tren que pasa por tus ojos
y por los ojos de todos los que sueñan.
En él escribo mis versos y por la ventana
los arrojo, como lluvia que el viento reparte
a todas las piedras y las plantas del camino.


(El Tren; Detrás de la luz. Miguel Alarcón1972 Inédito)

¿Es posible obtener un fruto apetecible de las semillas que misteriosamente germinan en los sucios pedregales de las cunetas? ¿Cómo se representa "El Gran Teatro del Mundo" renombrando a los personajes con los pedigüeños, gorrillas aparcacoches y tontos de pueblo que se arremolinan a la puerta de la función?
El gran arte es espantoso porque muestra lo impensable y omite lo predecible.

Juan Angel Corzo, Mayo 2009


Juan Dolores Caballero es autor y director teatral. Su planteamiento sobre la obra es como sigue:

"Entendemos y experimentamos el ejercicio del teatro y de la danza solamente desde la emoción. Porque sin ninguna duda, las artes escénicas han sido siempre la Barraca de Feria que contiene el verdadero espectáculo de la emoción, al que intentamos llegar y al que intentamos proteger de la estabilización oficial y académica en la que vivimos y en la que creamos.
Ante la necesidad de exhibir todo aquello que nos avergüenza, buscamos un lenguaje universal no escrito, basado en el ritmo, el movimiento y la gestualidad. Los hombres como objetos que custodian la memoria. El hombre usado de una manera bien distinta a como aparece en ciertas vanguardias históricas. Este hombre utilizado es un objet trouvé que rezuma memoria, conserva las huellas de su propietario, las marcas de su energía; es el objeto de la tienda de un anticuario, el que ya casi no sirve para nada y se amontona en la basura"
.

Juan Dolores Caballero
Teatro del Velador - 5/2009; Fecha de estreno prevista 11/2.009

martes, 14 de abril de 2009

ANOTACIONES PARA LA DESTRUCCION DEL MUNDO


La gobernabilidad

Debe renunciarse a la adicción crítica por mejorar las cosas SLOTERDIJK, PETER
La gobernabilidad es toda forma de entendimiento social. Desde un punto de vista sistémico es el conjunto de acciones individuales que ejercen de fuentes primarias para la construcción de un orden social, de modo que las referencias fundamentales para abordar el estudio de la gobernabilidad son el conocimiento de la realidad humana y su transformación en hechos sociales.
Por qué de la realidad humana:
Para alcanzar una conciencia de nuestra realidad hemos de abordar qué somos, quienes somos, y cuales son nuestras posibilidades en el medio natural y sensible en el que vivimos inmersos.
Comprensión de qué somos:
Se asienta sobre las leyes que gobiernan la existencia del mundo y del ser humano. Todo proyecto que aborde la existencia tiene una parte biológica, otra histórica y otra biográfica, que han de desarrollarse sin caer en paranoias personales o culturales, dada la inevitable contaminación que sufre el objeto de estudio por parte del observador. La parte biológica es común al genero humano (la naturaleza no ha elegido una raza superior), la histórica no es lineal ni evolutiva (¿Quién esta dispuesto a afirmar que la historia de la humanidad es un camino de perfección, o de exculpación, o de esperanza?), y la biográfica exige una responsabilidad intelectual más allá de la necesidad social, política o científica. La construcción biográfica es el hecho que reúne cuantas circunstancias mueven la existencia: Razón, voluntad y emociones.
Comprensión de quienes somos:
(“Dios existe y puede ser conocido, la tierra es su creación, y nosotros somos sus criaturas”. Benedicto XVI Papa)
Consiste en alcanzar las verdades universales desde las que todo cobra sentido en nuestra mente. Es de advertir que el Universo no está estructurado para dar respuesta a nuestra realidad biológica y psíquica. Somos una contingencia capaz de construir en el marco de nuestras posibilidades, pero no una necesidad cósmica. Esta necesidad es un atributo de creación propia, como expresa el filosofo J. Ferrater Mora: “Y de ahí también que la pura contingencia desemboque en una forma de ser que, por ser enteramente libre, se crea su propia ley, se realiza máximamente a sí misma y alcanza con ello un modo de «necesidad» que es el cumplimiento de sí y de todas sus posibilidades de auto-realización”. Ser una necesidad implica el condicionamiento de nuestra subjetividad a instancias inefables, tarea que en nuestra cultura ha estado servida por la tradición judeocristiana. La ruptura con esta dependencia se ha producido desde la progresiva secularización en todos los órdenes de la existencia, la consiguiente apreciación de la subjetividad, y la construcción historica a partir de ella. Hay quienes piensan que la auto-realización es ahistórica porque lo sobrenatural actúa como única fuente de consecuencias naturales. Pero no se trata de un bando y su oposición. Para el hombre, tomar partido significa aceptar que existen terceras vías, porque la experiencia individual no se revela contra toda autoridad, se revela contra la autoridad que quiere ocupar el todo. Si para algo ha servido el subjetivismo ha sido para separar las corrientes integristas y conocer su aportación real al mundo. Sin esta ruptura, aun estaríamos mirando a Roma (o a la Meca) cada vez que ponemos un pie en la calle.
La tarea de ejercer nuestra contingencia la forjamos por medio de lenguajes formalizados, con la limitación fundamental de saber que toda formalización tiene al todo (la completitud) por límite inalcanzable. Constituye un exceso pretender que un discurso formalizado pueda explicar el universo, porque tal presunción significaría que lo único absoluto es nuestra objetividad. La comprensión necesita un lenguaje soporte que explique las cosas sin límites ni paradojas ni discontinuidades ni ausencias. El lenguaje es capaz de vencer los condicionantes para abordar otros niveles conceptuales, pero no permite conocer ni modificar el mundo más allá de ciertos límites, porque la capacidad humana permite desplegar una interpretación del mundo infinitamente variada, pero en un campo de dominio limitado. El desarrollo lógico, incluido el matemático, tiene un techo que nos mantiene en el interior del discontinuo en el que habitamos, del que solo nos saca la metafísica: Para ser algo más, hemos de saltar al campo de la metafísica, desde donde crear un modo de necesidad que nos permita establecer metas sobre-naturales. Así que la metafísica también es un sistema que se agota, porque sus fuentes no son inagotables. Como expresara J. L. Borges, "La metafísica es una rama de la literatura fantástica ..., y como todo sistema, no es otra cosa que la subordinación de todos los aspectos del universo a uno cualquiera de ellos" (Borges, "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" en Ficciones)
Con estos mimbres damos universalidad a nuestras verdades a fin de hacerlas puntos de referencia fiables, Pero nuestras verdades, dando la razón a Borges, las componemos extrapolando nuestros sueños, deseos y averiguaciones.
Comprensión de nuestras posibilidades:
El campo de nuestras posibilidades es conocer los principios por los que el mundo y sus seres vivos se transforman y ejercen su derecho a la existencia, y trasladar esta información a nuestra naturaleza consciente. Cada naturaleza consciente es un campo de posibilidades al ser un microcosmos completo, y sus posibilidades infinitas en variedad pero limitadas en alcance.
Comprensión del hecho humano:
Aparecemos en el mundo como parte de un contingente regido por leyes de la naturaleza (físicas) y otras creadas por el hombre (metafísicas), que ponen en conflicto inmediato el desarrollo de la conducta personal y su control, enfrentando el hombre al mundo desde el primer día (hombre contra naturaleza y humanismo contra humanidad), porque la oportunidad de desarrollo individual obliga al hombre a ser todo y parte del genero humano, de la naturaleza, y de las distintas cosmovisiones desde las que abordar el conocimiento anterior, todo ello cronometro en mano porque el campo de nuestras posibilidades es muy precario: Vida breve, recursos limitados, dispersión de objetivos, interferencias, competencia desleal, presiden la larga lista de obstáculos. El poeta Salvatore Cuasimodo retrató esta situación en unos fastuosos versos cuando expresó: «Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra / traspasado por un rayo de sol / y de pronto anochece».
El continuo humano tiene la forma intuitiva que le dio Heráclito, porque el sistema del mundo, ya sea referido al ser o al género humano, no es lineal porque no tiene propiedades de superposición en el tiempo, ni en consecuencia de suma, escala ni proporcionalidad. Sabidas estas limitaciones, los proyectos humanos son siempre intentos de aproximación a cualquiera de estas operaciones, en un intento simplificador por dar consistencia al “hecho humano” como referente base para la subsistencia. La simplificación y homogenización siempre fueron constantes históricas impuestas desde el poder que cercenaron el potencial humano en aras de un vida igualitaria que nunca llegó. La aproximación del hecho humano a operaciones matemáticas equivale a considerar a los individuos amplificadores operacionales básicos. De esta manera funciona gran parte de la política, la economía y la prospectiva social. Y su gran pretexto dice que la única manera de asumir la conducta humana es clasificándola por respuestas predecibles a preguntas imaginables.
Por otra parte, la naturaleza humana es una discontinuidad biológica (ni siquiera la transferencia biológica es completa), que confirma que la naturaleza, como sistema, también lo es. Con esto concluimos que el Universo es un sistema no lineal en tiempo discreto, sus leyes son formas discontinuas surgidas a partir de una singularidad, y todo lo demás lo hemos de inventar si queremos que aparezca como un todo hilvanado. Por ejemplo: El infinito, el vacío, el éter, el Aleph, el todo y la nada, el destino, la eternidad, no son causas de la naturaleza, son efectos colaterales de nuestras especulaciones metafísicas.

Breve resumen de los fundamentos de la teoría de sistemas aplicables al caso:
Un sistema lineal en tiempo continuo o discreto, es aquel que posee la propiedad de superposición: si una entrada consiste en la suma ponderada de varias señales, entonces la salida es simplemente la superposición de las respuestas del sistema a cada señal. Sea y(t) la respuesta de un sistema a una entrada x1(t), y sea y2(t) la salida correspondiente a la entrada x2(t), entonces el sistema es lineal si:
1.- La respuesta a x1(t) + x2(t) es y1(t) + y2(t).
2.- La respuesta a ax1(t) es ay1(t), donde a es una constante compleja cualquiera.
La primera de estas propiedades se conoce como la propiedad de aditiva y la segunda se conoce como escalamiento u homogeneidad. Estas propiedades se aplican de igual manera a sistemas de tiempo discreto, es decir un sistema de tiempo discreto es lineal si cumple con las propiedades antes mencionadas suponiendo que las entradas son de tiempo discreto.

Con estas premisas se abre el campo de la especulación sobre la gobernabilidad del hombre, ya sea como arte, ciencia o esencia de las tres naturalezas que conjugamos: La nuestra, la que nos soporta, y la que queremos promover, ya sea recurriendo a nuestras habilidades o nuestros sueños.